“La naturaleza a menudo revela los más admirables fenómenos por los medios más simples, pero otros fenómenos sólo pueden ser reconocidos por personas que tengan agudeza de juicio, espíritu investigador y que hayan aprendido a obtener la información de la experiencia, maestra de todas las cosas ”
Y sucedió hace 126 años: una nueva luz llegó para transformar el mundo de la medicina y de la física. Wilhelm Conrad Rönteg se encontraba en su laboratorio experimentando con Tubos de Crookes (tubos vacíos por los que circula una serie de gases, que al aplicarle electricidad adquieren fluorescencia) recubiertos con una cartulina negra. El laboratorio se encontraba oscuro. Nada se veía. Sin embargo un halo de luz atravesaba aquel trozo de papel. Sorprendido con aquellos “rayos invisibles”, “rayos incógnita”, comenzó a hacer diversas pruebas con diferentes materiales: cartón, madera, metal. Y la prueba final, sorprendente, se dio cuando sometió su propia mano: vio más allá de lo que sus ojos desnudos podían ver de ella...sus tejidos blandos transparentes y sus huesos opacos!
Eureka! (citando a Arquímedes), aquel maravilloso momento cambió para siempre la historia de la medicina, nuestros ojos no estarían limitados nunca más por la luz para ver sólo el exterior; nuestros ojos podrían ver a través de la piel y de la carne, retando a las enfermedades desde las más simples y comunes hasta las más complejas con una nueva e invaluable herramienta.
Por este hecho Conrad obtuvo el primer Premio Nobel de Física y lo donó a la universidad que años atrás le había cerrado las puertas. El nombre de “rayos incógnitos” se mantuvo para llamarse después Rayos X o Rayos Rönteg, en Europa.
Porque, para una ciencia ambiciosa, nacer de un premio no es suficiente...las ciencias radiológicas fueron nuevamente motivo de atención mundial cuando entró en escena otro grande de la ciencia Sir Godfrey Newbold Hounsfield, quien fue el director del equipo que consiguió el primer prototipo aplicable de Tomografía axial computarizada, siendo, por tanto, el inventor de este escáner aplicado a la medicina. En 1967 Allan M. Cormack publica sus trabajos sobre la TAC siendo el punto de partida de los trabajos de Hounsfield, que consigue diseñar su primer aparato que requería que la parte del cuerpo a estudiar estuviera envuelta en una bolsa de agua. Finalmente en 1979 obtiene el Premio Nobel de Fisiología o Medicina, compartido con Cormack .
Y de estos 2 premios Nobel, nace la especialidad en Radiología. No puede existir cuna más noble y pura. A ella le debemos la ciencia de los Rayos X, la sabiduría y la pureza que nos confiere su origen.
- La primera radiografía de Röngten fue la ahora inmortalizada mano de su esposa, la exposición demoró 20 minutos con su paciente esposa en total inmovilidad.
- La primera tomografía computarizada demoró 2 horas y media, sólo algo tan inmóvil como el cerebro podía ser fotografiado en esas condiciones, la reconstrucción de las imágenes tomó 9 días.
Hoy seguimos viendo a través de la carne, tomamos la imagen con el tiempo que toma el pestañear y la revisamos desde una silla cómoda y mullida, en un cuarto oscuro en alguna tonalidad de azul, en absoluta cotidianidad. Todo gracias a tan noble origen del que inició y los que siguieron cosechando premios Nobel como António Egas Moniz, Neurólogo Portugués, creador de la angiografía cerebral en 1932 y Félix Bloch y Edward Mills Purcell por el desarrollo de mediciones precisas de los efectos magnéticos nucleares en 1952.
Gracias a estos gigantes de la ciencia, muchos de nosotros nos hemos rendido al gozo de trabajar manipulando el fenómeno de las radiaciones ionizantes y ponerlas al servicio de la humanidad, para facilitar todos los días el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades que aquejan al hombre, sin olvidar por un segundo la gran responsabilidad y la reputación de aquellos que nos precedieron y que descansan en nuestros hombros.
A todos mis colegas les agradezco todo el esfuerzo que hacen día con día para seguir haciendo de ésta la especialidad más innovadora de los últimos tiempos y les felicito porque sé que ninguno de ustedes cambiaría estos rayos incógnitos por nada.
UBP
